El Puente: ¿Por qué el Juego de Tronos de los realities merece una tercera temporada?




Después de un tiempo sin conocer de proyectos guiados por Paula Vázquez, la presentadora anunciaba hace casi dos años que fichaba por Movistar Cero. La presentadora sería la cara visible de un enigmático formato del que no se sabía absolutamente nada: El Puente. La semana pasada, el programa terminaba ya su segunda temporada por todo lo alto, sin embargo, no se conoce aún información sobre una tercera etapa en la cadena. Hoy vengo a reivindicar que El Puente merece renovar por una nueva temporada.

El programa producido por Zeppelin TV (Gran Hermano, Fama a bailar) es un reality un tanto especial. La base de un programa de estas características es la nominación, ya sea por un jurado o por los propios compañeros, y una posterior expulsión por parte de la audiencia. En El Puente, el espectador no interviene en la aventura, sino que la vive con los concursantes, mientras construyen un puente de madera hasta alcanzar una isla que alberga el tesoro.
Los participantes no abandonan el concurso y, de hecho, son ellos los que eligen al ganador, que decide si quedarse el premio de 100.000 euros o repartirlo y en qué cantidades. Esto, aporta un extra de franqueza en las conversaciones privadas, ya que los que estamos al otro lado de la pantalla no somos jueces. El programa aprovecha esto para presentar perfiles nunca antes vistos en televisión. Y, al mismo tiempo, todos demuestran un afán por adquirir la figura del líder dentro del grupo, ya que con toda probabilidad este será uno de los candidatos a ganar el reality.

Que la audiencia adquiera un roll pasivo en el formato podría parecer que quita emoción al programa, pero nada más lejos de la realidad. Lo que consigue El Puente es digno de estudio (y así se lo han reconocido numerosas nominaciones a premios de todo tipo), ya que estamos ante un proyecto que cuenta la realidad, como si fuera ficción. De hecho, las imágenes están grabadas con cámaras de cine. Una maravilla visual. Paula Vázquez no es la presentadora del programa, es la narradora; que guía al espectador por los capítulos de una historia de superación.
Paula, que dota de corazón y verdad todo lo que toca, ha adquirido una mayor importancia en esta segunda temporada. Ya no solo cuenta, sino que también juega. Por medio de bengalas y mensajes, va interactuando con los concursantes alterando las reglas de juego, como un titiritero que mueve los hilos del formato. Un acierto, sin duda, que ha hecho la aventura doblemente emocionante.
Porque, claro, después de revelar la mecánica tan rompedora en la primera temporada, Zeppelin podría haberse quedado ahí, con lo que la segunda no habría supuesto ninguna sorpresa para el espectador. Pero la creatividad del equipo no deja de sorprender.


En esta temporada, El Puente se ha convertido en el Juego de Tronos de los realities. Una serie en la que cada capítulo es importante, porque nunca sabes cuándo puede aparecer una bengala que les regale un tramo de puente a cambio de sacrificar a un compañero, un ofrecimiento a traicionar a los suyos, un giro de guión que lo cambie todo. Y además acompañado de un apartado visual apabullante y en la que toman un papel muy interesante los silencios.
La segunda temporada ha sido más emocionante, más variada, más todo. Así que no puedo aguantarme las ganas de ver las ideas que tienen preparadas para una tercera. El Puente ha demostrado que se puede apostar por formatos diferentes, que no necesariamente compitan por audiencia, sino por premios. 







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