“Yo siento el ritmo en mi
interior, ese que me hace vibrar y alimenta mi pasión”. Así empezaba la
sintonía de uno de los programas más míticos de la televisión en España. Hablo,
por supuesto, desde mi experiencia. Fama
¡a bailar! marcó a una generación, una a la que le pilló un poco joven OT 1
como para vivirlo tan intensamente, la gente de los 90, mi generación. Deseaba
tanto la vuelta de este formato que ya escribí una entrada que no llegué a
publicar sobre este tema, mucho antes de que Cero anunciara su retorno. Y la
razón tiene nombre propio: OT 2017.
El fin del
reality por el reality
Los gustos en televisión van
cambiando y evolucionando. En muchas ocasiones, además, esto ocurre de forma
cíclica. Gran Hermano comenzó su andadura en nuestro país en el año 2000,
revolucionando la televisión. El reality con mayúsculas había llegado a nuestro
país. Es curioso que dos años después apareciera OT, revolucionándola de nuevo,
incluyendo un nuevo factor dentro de la ecuación: la academia. Mientras el
programa de TeleCinco basaba su contenido en la convivencia pura y dura, en el
de La 1, la convivencia era una consecuencia.
Años después la importancia del
aprendizaje quedaba en un segundo plano y la baza del reality volvió a tomar
fuerza. Risto llegaba en 2006 al nuevo OT y GH ofrecía una de sus ediciones más
interesantes.
Teniendo esto como base, el
éxito de Fama ¡a bailar! en 2008 era algo lógico. Un programa que volvía a poner la escuela en el centro de todo y con un
plantel de profesores lleno de carisma.
Precisamente, es eso lo que
hemos vivido estos últimos años. Las ediciones 15, 16 de GH y su versión VIP
han sido las más vistas en muchos años. Sin embargo, como ha ocurrido en el
resto de ocasiones, el público ahora busca que la convivencia de esos reality
esté justificada, que las riñas vengan motivadas por un desencuentro real y que
los concursantes no entren resabiados a la casa. Aquí aparece OT 2017.
La vuelta de
la academia por encima del talent show
Si el retorno de OT ha tenido
tanto éxito ha sido porque el público se sentía identificado con lo que ocurría
dentro de la casa. Cualquiera de nosotros podía ser cualquiera de los concursantes.
Les veíamos reír, llorar, frustrarse. Veíamos que una buena actuación no venía única y exclusivamente de su talento,
como puede parecer en programas como La Voz o Got Talent. Sino que al margen de
esto, éramos partícipes del trabajo que llevaba y, sobre todo, de su evolución.
Así Ana pasaba de cantar ¿Cómo Te Atreves
A Volver? A un Lágrimas Negras que nos dejó sin palabras. Es ahí donde reside la buena acogida de esta nueva edición, en que el
público se ilusione y diga “yo también puedo”.
¿Y cuál es la otra escuela
televisiva que enganchó a los jóvenes hace ya diez años? Exacto, Fama ¡a
bailar!. OT ha abierto el camino y, lo más importante, ha demostrado cómo es la
forma correcta de traer este tipo de formatos al año en el que estamos.
La nueva nostalgia
“Mi camino es el de hoy, ¿para
qué mirar atrás? Se tu mismo, sé el mejor”. La nostalgia, más en estos tiempos,
es una baza segura. Star Wars, Harry Potter, Jurassic Park y un sin fin de
marcas más han jugado a remover recuerdos. Pero OT nos ha enseñado que si un programa de entretenimiento quiere
volver a enamorar, no puede limitarse a recordar cómo nos emocionó, tiene que
emocionar de nuevo.
Para eso, no basta con contar
con caras conocidas (Noemí y Manu han sido la conexión con el pasado), creo que
Paula Vázquez es siempre un acierto. Sino que hay que renovar, hay que hacer
míticos nuevos rostros que traigan frescura al formato y se sientan como algo
actual. Es por eso que me ha alegrado mucho que el elenco de profesores sea
totalmente nuevo. Así como el rediseño del logo, que aunque al principio no me
convenció, ahora he entendido el concepto que hay detrás. “La Fama vive en ti”
y por eso los bailarines entran dentro del propio logo. Clara inspiración de la
nueva identidad gráfica de Los Ángeles.
Movistar, el giro
de guion que nadie esperaba
El anuncio del nuevo Fama a
bailar (ahora sin signos de exclamación) sonó algo agridulce en las
conversaciones de mi alrededor. Por un lado, era un notición que todo el mundo
recibió con ilusión. Pero por el otro, el programa llegaba de una forma
inesperada, como la nueva apuesta de la televisión de pago. Televisión, por
cierto, que hace muy complicada la suscripción si no formas parte de la familia
Movistar. Algo que la empresa debería poner sobre la mesa si quiere competir
como plataforma de contenido, en vez de que el contenido sea un añadido de todo
lo demás.
Es por eso que podemos decir ya
que el nuevo Fama no será un fenómeno al nivel de OT. Es matemáticamente
imposible. Sin embargo, probablemente esto no sea lo que Cero busque en él. Si Late Motiv es un programa tan apreciado
dentro de la cadena, no es por las audiencias que consigue, que también, sino
por el ruido que genera fuera. Yo, personalmente, veo casi todo el programa
en YouTube. Puede ser que esto sea lo que ha atraído a Movistar de OT.
Preguntaos un momento cuántas horas habéis visto del programa de La 1 en
YouTube respecto a las que habéis visto en televisión. Cero buscar un generador de contenido en internet, y ya lo tiene.
Sin embargo, esto no quiere
decir que el reto no sea enorme, estamos hablando de un reality. Uno que es en
directo, nada que ver con El Puente. La dificultad de crear conversación cuando
el acceso a la emisión del programa es tan limitado está ahí. Seguir el 24 horas en YouTube solo tiene
sentido si puedes ver después el resultado sobre el escenario del trabajo de
los concursantes.
“No digas que no voy a llegar
hasta el final, voy a seguir y pelear, ya nada me podrá parar. No tengo miedo a
caer, si quiero lo conseguiré. Aprenderé a ser fuerte, no me rendiré”.
Fama a bailar tiene muchos
retos por delante: enamorar de nuevo al público con sus profesores y alumnos,
romper la barrera de la televisión de pago y diferenciarse de OT trayendo una
propuesta con personalidad. Y para eso, tiene que arriesgarse, porque solo arriesgándose y trayendo
mensajes rompedores podrá demostrar qué lo hace diferente de la televisión en
abierto. Solo así podrá volver a ser especial para las nuevas generaciones.
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