Yo, para quien no me conozca, soy de un pequeño pueblo de Navarra,
aunque hace tiempo que no vivo regularmente allí. Habrá gente que no sepa de
qué hablo, pero otros muchos me entenderán cuando digo que la relación con tu
pueblo, ir cuando ha pasado tiempo o volver a la capital después de una visita,
a veces es raro.
Por eso, cuando escuché Filthy por primera vez me sorprendí,
pero pronto entendí qué era lo que Justin pretendía. El primer track del álbum nada tenía que ver con el country que
esperábamos. La electrónica del tema se encuentra mucho más cerca de Daft Punk
que de Dolly Parton. Definitivamente, Filthy, que comienza con un “If
you know what's good come on”, no
representa a ese “hombre de los bosques”, sino a la estrella mundial en la que
se ha convertido. Pero, ¿quién es el Justin real? El videoclip no lo deja
claro, quizás porque no hay un Justin que no lo sea.
Una semana después publicó Supplies,
una canción que, de nuevo, no veíamos venir. Aquí escuchamos al cantante mucho
más urbano, recordándonos sonidos R&B que ha usado en el pasado, en FutureSex/Love
Sounds; aunque un tanto monótona en el estribillo. A primera vista
parece un tema sexual, utilizando frases del tipo “yo seré la madera
si necesitas calor” o “yo seré el generador si necesitas electricidad”. Rozando
incluso el mal gusto, porque lo cierto es que hay personas que no se pueden
permitir encender la calefacción. Sin embargo, el videoclip sí que tiene un
enfoque social y político, dándole más profundidad a la canción y haciéndola
mucho más interesante.
Y en tercer lugar tuvimos Say Something. Otro giro inesperado
que, ahora sí, nos traía un tema country-folk; uno, por cierto, muy bueno. La
forma en la que las voces de Chris Stapleton y Justin están tratadas y
combinadas es sencillamente genial. Aquí, el cantante habla de no dejarse
atrapar por la corriente, de que está cansado que siempre importe lo que tenga o
no tenga que decir. El peso de la fama.
Si me detengo tanto en estas tres canciones es porque son imprescindibles para entender la
propuesta de Man Of The Woods. Cada
una representa un pilar, un ingrediente de la fusión que es el nuevo álbum de
Timberlake.
De esta forma, si Justin canta temas con base country-folk como Flannel,
The Hard Stuff o, Wave, Breeze Off The Pond, aunque algo
menos, lo hace remozándolos con sonidos electrónicos y elementos urbanos. Una
mezcla que en algunos momentos casa sorprendentemente bien.
No es el caso de otros temas como Livin’ Off The Land o el mismo
Man Of The Woods. Que parten de melodías interesantes, sobre todo la
primera, pero que los añadidos restan en vez de sumar. Porque cuando el
contraste es demasiado pronunciado, sí, suena muy diferente, pero también
chirría en muchos momentos. Como si
Justin se reencontrara con los amigos de la infancia en su pueblo, pero fuera
vestido con un traje de lentejuelas diseñado por Tom Ford. Desentona.
Aunque haya gran cantidad de experimentación en este disco, también
trae ese estilo made in Timbaland que tanto nos gusta. Es en estos tracks donde
más brilla y vemos que la fusión que nos propone puede ser muy interesante. El
rollo de Midnight Summer Jam queda genial con las guitarras y la
armónica. Montana es otro claro ejemplo, donde la fusión es menor, pero
el resultado es muy bueno.
En un disco en el que parece que quiere abrirse y enseñarnos al
verdadero Justin, también hay momento para ponerse íntimo con temas como Higher
Higher o Morning Light. En estos destaca la interpretación tanto de
él como de Alicia Keys, que le da un toque muy sensual en su colaboración con
Timberlake.
Sin embargo, en este terreno el cantante también nos da una de cal y
otra de arena. Porque de la misma forma que nos regala temas hechos con mucho
gusto, también tenemos otros como Souce; un tema muy sexual en
el que habla de que le gusta “el rosa” de su mujer y a ella le gusta “su
morado”, haciendo una descripción quizás demasiado gráfica de su miembro. Y de
la misma forma nos ofrece un interludio recitado por su mujer en el que nos
cuenta lo mucho que adora a su marido, algo que me saca muy mucho del álbum.
Todo esto desemboca en Young Man, el cierre del álbum que dedica
a su hijo. Como si tras todos estos esfuerzos por volver al Justin más humano
dieran sus frutos no tanto por incluir sonidos de guitarras, sino gracias a él.
Justin Timberlake nos trae un disco arriesgado, uno que sí habla de
volver a las raíces, pero no solo de eso. Man Of The Woods se mira cara
a cara con Bionic de Christina Aguilera para representar sus dos mundos.
El Justin superstar aparece con el
R&B urbano que ya conocemos y elementos electrónicos, mientras que el
Justin más familiar suena acompañado de guitarras. Sin embargo, mientras
que Christina presentaba un sonido petardo y otro más soul por separado, Justin
intenta rizar más el rizo y los junta.
La propuesta de Man
Of The Woods no es tanto un sonido concreto como una fusión. De esta forma, nunca
escuchamos música electrónica, urbana o country, sino que las canciones siempre
son una mezcla de las tres en diferentes cantidades. Esto da como resultado algo muy original, pero que en algunas ocasiones
se pasa de experimental, sonando industrial temas que intentan ser íntimos,
por ejemplo.
Es por eso que, de la misma forma que Bionic no entusiasmó a
todo el mundo, el nuevo disco de Justin Timberlake tampoco lo ha hecho. Man Of The Woods está lejos de ser
un mal disco, pero quizás son demasiados los mensajes que intenta entrelazar,
algo que rema en contra de volver a las raíces, a ese hombre de los bosques de Shelby
Forest y a la sencillez que eso supone.

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