Análisis de Loveaholic de Ruth Lorenzo: Volver a florecer




La rosa es un símbolo universal que aparece en numerosas obras artísticas. Una rosa representa la pura belleza, que contrasta con el dolor que provocan sus espinas. El cristianismo lo ha utilizado un sin fin de veces relacionado con la Virgen María y las heridas de Cristo en la cruz. Pero además, es un emblema de renovación, una flor se marchita y otra vuelve a renacer, a ser brillante, colorida y llena de vida. La rosa, además, es lo que Ruth Lorenzo ha elegido como elemento de unión en toda la imagen de su nuevo álbum: Loveaholic.

Planeta Azul fue el comienzo de Ruth en 2014, un disco en el que representaba la búsqueda de ella misma en un mundo que sigue girando al margen de lo que nos ocurre. Casi cuatro años después la cantante vuelve potente, muy potente, con un single que rompe con la estela anterior.

Good Girls Don’t Lie no va de inseguridades, no va de buscar su lugar. Good Girls Don’t Lie habla de una mujer fuerte que arrasa con todo, que “antes de sufrir hace sufrir”. Y lo hace con un sonido totalmente internacional, que mezcla las guitarras con un ritmo que va acelerando y te hace querer salir corriendo hacia ningún lugar. Algo que contrasta fantásticamente con la debilidad que muestra en My First Man. Un tema en el que se abre totalmente y habla del primer hombre que apareció en su vida, su padre, y cómo su falta le ha marcado para siempre, tanto a ella como a su forma de afrontar el amor.

Y después de presentar al personaje protagonista, el “quién” de esta historia, pasamos al “qué”. Loveaholic, el tema que da título al álbum, nos habla de amor, de una noche de pasión en la que sin haberse despedido ya se pregunta cuándo se verán de nuevo. Porque de esto va a ir el disco, de la relación de Ruth con el amor.

Muchos han comparado Loveaholic con Love On The Brain, como si en algún momento de su carrera Rihanna hubiese inventado la música de los 50-60 y las baladas soul. Pero si nos detenemos a escuchar los detalles del tema, los gritos rasgados de Lorenzo o el coro que acompaña al final a la cantante, creo que el referente es algo anterior a la de Barbados.



Prince nos dejó hace ya dos años, pero su legado sigue ahí, influyendo cada día en la industria de la música. Cantantes como Justin Timberlake, Lady Gaga o la mencionada Rihanna, se han declarado fans indiscutibles del artista. Ruth Lorenzo es otra de esas seguidoras acérrimas. Porque su impresionante interpretación de Purple Rain, eterna canción de concursos de canto, en The X Factor podría no haber significado nada; pero con su segundo álbum la cantante demuestra que su admiración por Prince va mucho más allá.

Solo hace falta escuchar Freaks, un tema que todavía no me creo que esté siendo lanzado en un álbum de 2018. Esas guitarras y esas frases cortantes y explosivas en el estribillo son un claro homenaje al “Rey Púrpura” y su Kiss. Porque, ¿qué mejor canción para dar tributo a Prince que una que habla de sentirse sexy por lo que nos hace diferentes?

Es este el mensaje del tema que abre el álbum. Bring Back The New, trae un estilo retro totalmente adictivo con aires rock para hablar de volver a lo nuevo. Volver porque hay que ir al pasado para encontrarlo. Una canción fantásticamente compuesta que nos anima a dejar de ser conservadores y ser valientes otra vez, “dejando salir al león”.

Es esta sensualidad la que se respira en todo álbum, porque si hablamos de rosas, tenemos que hablar necesariamente de pasión. Y es aquí donde aparecen dos canciones que hablan de esto, pero de dos formas totalmente diferentes. Spanish Guitar es un R&B en el que juega con el spanglish para representar su lado más latino como si de Christina Aguilera se tratara. Y que pide a su acompañante que la toque como a una guitarra española. Algo que contrasta totalmente con Ride mucho más ambiental. Una canción también muy sexual, pero enfocada desde un lado más místico, de conexión con la otra persona, “aunque no sepa ni su nombre”.

Pero de la misma forma que durante la noche todo es pasión, toda noche tiene un amanecer y los pétalos de la rosa caen. Es aquí donde surgen canciones como My Last Song o Another Day. La primera, una balada totalmente épica que sube hasta el cielo, en la que Ruth se pregunta qué diría si esta fuera su última canción, antes de simplemente dejar la habitación. Y de esas despedidas también habla Another Day, un track que empieza con solamente un piano y llega al estribillo llena de fuerza rodeada de guitarras dignas de Mike Oldfield. Siempre, además, jugando con ese doble sentido de las despedidas, como desamor y como muerte. La influencia de Queen está ahí y que alguien vea influencias de Queen en tus canciones es mucho decir.

Moscas Muertas es el contrapeso a la música americana y anglosajona que inunda todo el disco. Un tema que me cuesta encajar en el estilo del disco, pero que acaba enganchando por lo íntima que es. Gracias a este tipo de temas, como también hace My First Man, Ruth consigue que conectemos con ella y con lo que siente


Este proceso, pasión y despedida, florecer y marchitar, es de lo que va Loveaholic y que Ruth representa de forma muy inteligente como algo cíclico. Y sí, es una estrategia similar a la que utiliza el magistral Melodrama. Y de la misma forma que Lorde después de este proceso saca una serie de lecciones de vida, la cantante murciana también aprende con Bodies. Un himno existencialista en el que habla de que "solo somos carne y pulmones, soldados en una guerra que no podemos ganar". Así que si seguimos vivos, tenemos que vivir intensamente. Todo ello envuelto en una producción de guitarras y electrónica tremendamente épica.

Para terminar tenemos una de las grandes sorpresas, Amanecer; el tema que cierra el álbum totalmente desnudo y que juega con ritmos propios del tango. Ahora ya no habla con sus amantes, sino con ella misma. Aquí se revela el verdadero significado del disco. Porque Loveaholic es una carta de la Ruth Lorenzo del pasado que le anima a no dejar de buscar el amor a pesar de esas mañanas vacías, porque la vida es muy corta para no aprovecharla al máximo.

Con Loveaholic, Ruth Lorenzo se posiciona como una de las artistas más interesantes a nivel nacional. No solo porque no acate ninguna regla no escrita de la música española, arriesgándose enormemente, sino porque no se limita a imitar a los cantantes internacionales de moda. Los referentes de Ruth están en los grandes iconos de la industria, como pueden ser Prince o Queen, basando su nuevo sonido en las guitarras y toques de rock. Algo que combina genial con su de sobra conocido vozarrón; que ahora lleva un paso más allá, rasgándolo de formas inhumanas. Mención especial también a todo el apartado visual, que es maravilla mundial.

En su segundo álbum, Ruth Lorenzo habla de amor, de pasión y de despedidas; y cómo esto le crea un vacío interior, pero también le hace sentir viva. Revelándose así como una compositora simplemente fantástica. Utiliza sonidos del pasado para hablar de volver, no necesariamente a lo antiguo; sino volver a florecer, a buscar cosas nuevas y a enamorarse.


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