En diseño, cada tipo de letra tiene unas connotaciones específicas que provocan que un mensaje se lea de una forma u otra. Que una palabra esté escrita en mayúsculas y sin serifa (sin “rabillos”), es tajante, directa, pero no demasiado seria como un titular de periódico. La portada de Pure Heroine era completamente tipográfica. De la misma forma, los únicos colores que podíamos ver en ella eran el blanco y el negro. Porque para una adolescente no existen las medias tintas; cuando se siente presión, amor, frustración, lo son todo.
La portada de Melodrama es la más pura representación
de la imagen. Un cuadro pintado con muchos pigmentos que forman figuras,
iluminan y oscurecen la escena, crean volúmenes e, incluso, pueden engañar al
ojo. Los colores primarios se entremezclan creando diferentes tonalidades,
dando lugar a zonas más cálidas y otras más frías.
No en vano comparado con Lana del Rey, Pure Heroine buscaba combinar “lo alternativo” con lo “lo comercial”,
suponiendo que esta división exista. Un álbum con ritmos muy marcados, incluso
tribales, y que hacía de la electrónica su bandera con muy buen gusto en la
producción. Esa Lorde fue la misma que hace unos meses publicaba Green Light.
El primer single de Melodrama
es un tema bailable acompañado de un piano fantástico que recuerda al disco de los
70, pero a la vez sonando muy muy actual. La Lorde un tanto oscura de su
anterior etapa estalla en un tema que nos llena de euforia, de ganas de
comernos el mundo. Una obra maestra en la carrera de la cantante. Green Light nos habla de una ruptura, o
más bien, de esa sensación de libertad que surge inmediatamente después. El
boom inicial de una travesía que, como una montaña rusa, va a hacer un repaso
de los sentimientos de la cantante y muy posiblemente de muchos de nosotros.
Este choque inicial nos introduce en un sonido muy diferente a ese Royals de 2013. Sigue circulando en esa
fina línea entre lo radio-friendly y lo no lo es tanto, solo que esta
vez el pop toma un papel protagonista. Sin tapujos, Lorde abraza su lado más
comercial y lo utiliza a su favor, sin olvidar en ningún momento quién es y las
bases del sonido que la caracteriza.
Melodrama es un disco con algunas canciones muy positivas,
llenas de vida que nos animan a dejarnos llevar y a darlo todo. Supercut es el claro ejemplo, que sigue
la estela del piano electrónico del primer single y que habla de ese momento en
el que recordamos los buenos momentos de esa relación que ya ha acabado y nos
llena de esperanza la idea de volver a vivirlo.
Junto a estos dos temas tenemos los magistrales Sober y Homemade Dynamite.
Ambos tracks van después de Green Light,
porque seguimos en ese momento de optimismo, pero en este caso enfocan el tema
desde una perspectiva más animal, dejándose llevar por los instintos. Es por
eso que los ritmos son mucho más R&B acercándose a lo tribal, a lo sexual.
“We're king and queen of the weekend. Ain't a pill that could touch our rush. But
what will we do when we're sober?” canta en Sober,
donde habla de lo efímera que es la felicidad que sentimos cuando estamos de
fiesta. En el caso de Homemade Dynamite,
tenemos un tema realmente hipnótico algo más vacío en letra, pero que transmite
muy bien esa idea de estar siendo arrastrados por el calor de la noche,
divirtiéndonos, pero quizás tirando piedras sobre nuestro propio tejado. Un
R&B que me recuerda a ese fantástico Loose
de Nelly Furtado.
The Louvre sirve de secuela de Homemade Dunamite usando ritmos más lentos. Si antes estábamos
hablábamos del desenfreno de la noche, este tema habla del momento de unión e
intimidad con una persona a la que no volverás a llamar, pero que ahora mismo
podríais estar enmarcados y expuestos en un museo. En producción no es tan
destacable, pero es una continuación genial de ese inicio tan explosivo.
Pero los colores rojos y anaranjados de la noche dan paso a tonos más
fríos y apagados en la mañana siguiente. A momentos mucho más íntimos en la
soledad de nuestra cama con los primeros rayos de sol entrando por la ventana.
Es aquí donde aparece Liability,
una balada a piano preciosa muy diferente a lo que habíamos escuchado de Lorde.
En ella nos cuenta con su voz desnuda el vacío que se siente en esa fría mañana
y esa sensación de abandono. Porque nadie quiere tener otra responsabilidad, la
carga que supone estar enlazado a otra persona, más si esa persona es alguien
tan conocido como Lorde. Y esta es la misma razón de ser de Liability (Reprise), si la primera
funciona de contrapartida de ese principio tan eufórico, esta segunda aparición
hace lo mismo con Supercut en el
final del álbum.
Este mensaje también aparece en Writer
In The Dark, otra balada fantástica a piano que suena de maravilla. El
problema de esta canción es que a nivel de letras no aporta mucho al conjunto,
contando prácticamente lo mismo que Liability.
Es por eso que, en la soledad de nuestra habitación, sentimos nostalgia y
echamos de menos poder compartir esos amaneceres con otra persona. Ahí es donde
radica la genialidad de Hard
Feelings/Loveless, un tema que curiosamente nos recuerda mucho a los sonidos
de Pure Heroine en su primera mitad,
justo cuando estamos recordando tiempos pasados. La electrónica de su anterior
álbum lo va inundando todo hasta que llega a la mitad de la canción, donde
cambia radicalmente. Es ahí donde esta nostalgia se convierte en una lección y
empieza a reflexionar desesperanzada sobre nuestra generación, una generación
sin amor.
En este análisis os he hablado de dos fases bien diferenciadas, noche y
día, colores cálidos y colores fríos. Un ciclo, además, que aparece dos veces
en el disco. Pero un cuadro está lleno de matices, de mezclas de tonalidades y
de contrastes. Sober II (Melodrama) es
todo eso y más; el corazón del álbum. Esta canción es emocional, pero rítmica,
es música orquestal combinada con electrónica; clásica y a la vez urbana. Todas
las pinturas se combinan para contarnos el mensaje del álbum que sirve como
contestación de Sober. Nuestra
sociedad vive en un ciclo constante entre la felicidad de la noche, el alcohol
y las relaciones efímeras y la soledad de vivir con nuestros sentimientos cuando
estamos sobrios.
En lo superficial, Lorde habla de una ruptura en Melodrama, pero poco o nada tiene que ver con la rabia de 21 de Adele. La cantante utiliza esta premisa
para mostrar el reflejo de nuestra generación, una generación que no sabe
convivir consigo misma. Nuestra forma de vivir las relaciones hace que no
queramos tener ninguna responsabilidad con nadie y esto provoca que,
irónicamente, aunque intimamos con más gente que nunca, también nos sentimos
más solos que nunca. Vivir con nuestros pensamientos nos resulta agotador, por
eso buscamos un nuevo repunte de felicidad que nos haga sentir vivos.
Y de esta moraleja llegamos al cierre del álbum, Perfect Places. El último track del disco es un tema de aprendizaje.
Casualmente, utiliza ritmos secos y un aire ambiental que recuerda muy mucho a Loveless, porque ambas partes del álbum
hablan de una lección que ha interiorizado. En este caso utiliza un tono
irónico que habla de esa búsqueda constante de nuestra generación por los
“lugares perfectos”, una felicidad irreal e inalcanzable. Un genial cierre para
el álbum.
Con Melodrama, Lorde toma las
bases de Pure Heroine y crea un universo rico lleno de matices. Un álbum realmente bien cerrado, con sonidos que
identifican sentimientos muy concretos, el piano electrónico representa la
euforia, mientras que los ritmos tribales son el desenfreno de la noche y los
beats secos son una conclusión desesperanzadora, actuando como si fuesen colores que se
combinan en diferentes temas. Gracias a esto, el álbum es muy variado, con
temas bailables y otros radicalmente íntimos simbolizando la montaña rusa que
son nuestros sentimientos. A los 19 años, Lorde ha conseguido lanzar un clásico
moderno que no solo nos habla de una ruptura, sino que va más a allá y nos
presenta el retrato de una generación.
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